Quizas porque vivimos en la ciudad, no hay nada mas lindo que cosechar frutas que crecen silvestres. La clásica torta del cumpleaños de Jor -que suele ser algo tan sencillo como una base muy fina y crocante de tarta dulce, una capa de crema batida y otra de frutos rojos, sean cual sean, los que consigamos- claramente estuvo resuelta desde el primer momento en que vimos que los alrededores de la cabaña estaban plagados de zarzamoras.
En favor de maximizar el aprovechamiento de dicho recurso y mi nueva incursión en la experimentación con tintes naturales, no sólo las comimos.
Miren este color!
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